La ame desde que la vi por vez primera una mañana de Noviembre. El sol pululaba sobre el arroyo. Los cachañas cantaban ya desde temprano- Sí, sus volerias diarias siempre me amusan, mas esa mañana era una exepcion. Paso un tiempo ya, pero mi memoria caprichosa recuerda un chimango con la cabeza particularmente mas grande que otros, con forma de martillo. Me miraba penetrante desde un poste a unos 5 metros. Inmutable. Por costubre evite, durante la primer hora de interaccion, caminar de frente hacia el. Me han enseñado que para no austar a las aves hay que acercarse en zig zag. Asi pues al cabo del tiempo mencionado decidi acercarme.

Una mañana luminosa, brillante. Tal vez incidia en mi el desvelo, casi una costumbre viciosa. Pero bueno, asi es que la vi y me enamore como para siempre. -´Mari mari llawen… inche pinguem chunorru’, me presente timidamente y le ofreci un poco de agua. El ave levanto vuelo.